Un Hermoso Lugar

Un Hermoso Lugar

domingo, 15 de enero de 2012

Noches oscuras.16

Desperté envuelta por el aroma de su cuerpo, esta vez era yo la que se había abrazado a él, había dormido con la cabeza apoyada en su hombro y rodeando su vientre con mi brazo, él tenía el brazo pasado sobre mis hombros, rodeándome también. No iba a permitir que las ideas de la sociedad volviesen a entrar de nuevo en mi cabeza, tan solo dormía con él para ofrecerle mi calor al igual que los otros tres lobos hacían, me incorporé y le miré a la cara, dormía plácidamente, apoyé el dorso de mi mano sobre su frente, ya no tenía fiebre y su temperatura parecía normal. Se despertó al sentir mi mano en su frente, abrió los ojos lentamente, sonreí al verle despertar y él me devolvió la sonrisa.
- ¿Qué tal te encuentras hoy? - pregunté.
- Mucho mejor - su voz era más clara que el día anterior, aunque se notaba que seguía medio dormido.
- Espero que esta vez sea cierto - contesté con una pequeña risa. Me levanté y me puse a la tarea de encender el fuego, como hacía cada día, estaba arrodillada frente a la pila de ramas entrechocando las piedras a la espera de las chispas, cuando volví a mirar hacia el hombre el se había incorporado y se había sentado a mi lado mirando como encendía el fuego, miraba mis manos trabajar y yo le miraba a él de reojo, estaba muy concentrado en lo que yo hacía, como si intentase aprender.
Cuando por fin tuve el fuego encendido y mientras echaba pequeñas ramas para que cogiesen fuerza las llamas él comenzó a mirar mi cara, no sabía cómo actuar, me costaba un gran esfuerzo mirarle directamente a los ojos, me ponía muy nerviosa esa mirada penetrante, así que simplemente seguí mirando a las llamas mientras crecían poco a poco.
- ¿Cómo he de llamarte? - preguntó de repente. Me alteré un poco, pero la verdad era que ni tan siquiera le había dado mi nombre.
- Llámame como tu prefieras, aquí jamás he utilizado el nombre que la sociedad me dio, así que puedes llamarme cómo desees.
- Elämä - contestó de inmediato, como si ya tuviera intención de llamarme así desde el principio.
- ¿Qué significa Elämä? - pregunté curiosa. quería saber por qué ese nombre y no cualquier otro, además también sentía curiosidad por saber que era el nombre que me había dado.
- No lo se, me ha venido a la cabeza, como si ese hubiera sido siempre tu nombre. Si no te gusta puedo llamarte por tu verdadero nombre. - contestó algo preocupado por miedo a haberme ofendido.
- No, Elämä me gusta. Puedes llamarme así. - él sonrió y asintió con la cabeza. - ¿Y cómo debería llamarte yo a ti?
- Siivet. - contestó sin pensárselo.
-  Vaya, parece que hoy estás inspirado para los nombres - me miró como si no entendiese bien lo que le estaba diciendo - ¿Has recordado tu nombre?
- No, se que ese no era mi nombre, estoy convencido de que no me llamaba así, pero siento que tu debes llamarme así. - me miraba con mucha intensidad, como si buscase la respuesta en mis ojos antes de que yo la pronunciara con palabras. Estaba empezando a gustarme aquella manera tan profunda que tenía de mirarme y de observar todo lo que hacía, aunque me pondría nerviosa.
- Si es algo que sientes dentro debes seguirlo, debes seguir todos aquellos instintos que te marque tu interior, si no fuera por eso yo no estaría aquí ahora, ni tampoco te habría podido encontrar, si no hubiera sido por un instinto que me obligó a echar a correr tu habrías muerto en aquella montaña, así que si tu instinto te dice que esos deben de ser nuestros nombres esos serán a partir de ahora.
Él me miraba con mucha intensidad, como si en ese instante nada más importase en el mundo mas que mis palabras. Quedé prendida de su mirada, no podía apartar mis ojos de los suyos, mi corazón empezó a latir con mucha más fuerza.
En ese instante vino el lobo gris y sentándose entre nosotros se apretó contra mi dándome un lametón en la mejilla, vi como Siivet apartaba la mirada de mi y la dirigía a las llamas. ¿Qué acababa de pasar? Era la primera vez que él apartaba su mirada de aquella manera, parecía sentirse culpable por algo, quería preguntarle que qué le había sucedido justo en aquel instante, pero no tuve el valor, no se por qué, pero no me atreví a preguntar. Los lobos fueron trayendo sus pedazos de carne para ponerlos a asar, él me ayudó, observó cómo colocaba los primeros trozos y luego comenzó a imitarme, lo hacía más lentamente, se notaba que le tiraban tanto la herida del pecho como la de la espalda, así que tenía que trabajar más lentamente. Había dejado de mirarme para atender más a su labor, sentí como si echara de menos el que observase cada uno de mis movimientos, no había vuelto a hablar desde el momento en que había apartado la mirada de mi, como si ahora le avergonzara el mirarme, tal vez había recordado algo, algo de como debía de ser la sociedad y de que mi forma de vivir no era la correcta y por eso ahora le avergonzaba mirarme, temía el momento en el que eso sucediera, en el momento en el que él recordase las normas que dictaba la sociedad y que decidiera que mi modo de vida era salvaje e incorrecto, temía ese momento más que a la propia muerte, no quería que él me juzgase de aquella manera.
Terminamos de colocar todos los pedazos de carne en el fuego, la loba negra me había traído un pedazo para mi, se ve que los tres habían pensado en mi en el momento de la caza y habían reservado una parte para mi, sentí ganas de abrazarlos, a los tres, cedían sus adquisiciones personales para que yo pudiera alimentarme. Tenía que ir a por agua para poder hervir la carne y que así fuera más sencillo para él comerla, me estiré a por la olla.
- Huele bien - comentó Siivet, pero no me miró a la cara, me quedé quieta, observándole, en busca de una explicación mayor, él seguía mirando a las llamas, me miró de reojo pero sin mantenerme la mirada regresó su mirada rápidamente a las llamas - podría probar a comerla como ellos, huele muy bien. - quería la carne asada en vez de cocida, tal vez ya era hora de probar si podía masticar sin esfuerzo.
Volví a sentarme dejando la olla donde estaba y coloque nuestro pedazo de carne de la misma forma que había colocado los de los lobos.
- Si quieres algo solo tienes que pedirlo o hacerlo directamente, no soy tu carcelera, soy tu igual, así que no tengas miedo en pedir las cosas por favor.
Él volvió a mirarme de reojo y asintió antes de devolver su mirada a las llamas de nuevo. Se estaba comportando de una manera muy extraña, aunque en realidad no podía saber cual era su manera normal de comportarse ya que apenas le conocía, pero se estaba comportando de manera distinta a como lo haría el día anterior o a como lo haría hasta el momento en el que estábamos encendiendo el fuego. Parecía como si algo hubiera cambiado en ese instante. Me quedé observándole mientras la carne se hacía, de la misma manera en la que solía observarme él a mi mientras él continuaba mirando el baile de las llamas sobre la madera.
Cuando la carne estuvo hecha volvimos a repartirla entre los lobos, cuando todos tuvieron el suyo yo recogí el nuestro y lo partí a la mitad con el cuchillo, después le tendí a él uno de los pedazos de carne y el cuchillo, me miró extrañado por que también le ofrecía el cuchillo.
- Por si necesitas trocear la carne, puede que te sea difícil comerla a bocados directamente.
- Gracias - respondió regresando su mirada a la carne y aceptando lo que le ofrecía. Vi cómo intentaba morder la carne al principio y su mueca de dolor, después comenzó a cortarla antes de meterse cada trozo a la boca, los masticaba durante mucho tiempo y muy lentamente antes de tragar cada pedazo con esa mueca de dolor en el rostro, le estaba costando el comerla así pero yo sentía que él deseaba esforzarse, superarse y recuperarse con prontitud. Di cuenta de mi parte de la comida antes de ofrecerle mi ayuda para ir cortando su comida, como imagine rechazó mi ayuda, quería hacerlo por sí mismo, sonreí al ver sus ganas de recuperarse.
Me quedé sentada a su lado contemplando los vendajes de su cuerpo, quería comprobar que la herida de la espalda no se hubiera infectado, el día anterior no había tenido ocasión y me preocupaba, pero en estos momentos no me sentía con el valor de mirarlas libremente, tal y como se estaba comportando él, su recelo, la manera en la que evitaba mirarme, ya no sentía esa confianza de simplemente mirar como hubiera echo el día anterior, así que simplemente continué preocupada, mirando cada uno de sus gestos de dolor mientras comía. Al terminar me devolvió el cuchillo y lo enfundé en la vaina que había improvisado en mi muslo, se quedó mirando cómo lo guardaba y se quedó observando mis piernas, yo le miraba a él, cuando se percató de que le estaba observando volvió a apartar la mirada hacia las llamas, el día anterior no había tenido ningún reparo en mirar todos los dibujos que recubrían mi cuerpo, todos sin excepción, y estos recorrían todo mi cuerpo, pero hoy parecía avergonzado de mirarlos, tal vez su estado febril del día anterior hubiera tenido algo que ver con su concepción del pudor y hoy al estar mejor hubiera vuelto a comprender aquello. Aunque al me ponía nerviosa cada vez que me miraba de aquella manera ahora lo estaba echando de menos, creo que había comenzado a acostumbrarme e incluso a sentirme alagada por su forma de mirarme.
Le ofrecí la botella de agua tan solo con la intención de que tuviera que volver a mirarme, al menos para cogerla. La tomó de mis manos y con un escueto gracias comenzó a beber. Me sentía más incomoda con esa situación en la que él evitaba mirarme que con la situación anterior en la que no paraba de observar todos y cada uno de mis movimientos.
Un rato después la gran loba aulló llamando a toda la manada a cazar, hice el amago de ponerme en pie, pero me detuve al recordar que yo debía quedarme para cuidar del hombre y que no podía ir a cazar con ellos hasta que estuviera totalmente recuperado, me entristecí un poco, pero entendí que tenía que ser así, la gran loba se acercó a mi como para explicármelo, pero al ver que yo ya lo entendía se frotó contra mi a modo de disculpa y ánimo, contaba conmigo y yo no podía decepcionarla. También se frotó un poco contra el hombre para animarlo. Mis tres lobos vinieron a despedirse alegremente de mi, el blanco y la negra también se despidieron de él, el primero más efusívamente que la segunda, el lobo gris en cambio solo le miró de manera amenazadora, no entendía el desprecio que el lobo gris parecía profesar hacía Siivet cuando el resto de la manada lo aceptaba sin ningún problema, parecía algo personal, pero tampoco quería pensar en ello, ya estaba suficientemente preocupada con el cambió de comportamiento que había sufrido el hombre y quería que eso cambiara de nuevo, aunque me sentía sin derecho de pedir tal cosa.
Todos salieron de la cueva y nos quedamos los dos solos, si la situación iba a continuar así me iba a resultar una noche muy larga y tediosa. Le vi observar cómo se iban los lobos, se había quedado mirando a la entrada de la cueva, un poco después volvió a mirarme a los ojos, aquello me sorprendió, llevaba todo aquel rato sin ni tan siquiera mirarme a mi y ahora volvía a clavar sus ojos en mi con aquella intensidad que le caracterizaba, no lo entendía, no entendía absolutamente nada.
- ¿Te encuentras bien? - le pregunté medio titubeando.
- Si, la comida me a sentado bien y creo que no volveré a tener fiebre - contestó palpándose la frente y sonriéndome. - Quería pedirte una cosa.
- Pide - conteste algo escueta ante mi sorpresa por su nuevo cambio de humor. Creo que él noto mi corta respuesta pues frunció un poco el entrecejo, pero la sonrisa no tardó en volver a su rostro.
- Quiero salir fuera, caminar un poco, probar cuanto pueden aguantar mis piernas - eso me hizo pensar, hoy parecía tener muchas más fuerzas, parecía haberse recuperado en gran medida y yo sentía ya la necesidad de eliminar la sangre reseca de mi cuerpo, además mi pelo era un nudo gigantesco y había pensado ya en cortarlo para no tener que volver a preocuparme, tal vez podríamos hacer ambas cosas, probar su resistencia  yendo hasta el remando del río al que había ido con los lobos y de paso bañarme en él.
- De acuerdo, pero espero que estés preparado para una pequeña caminata, yo también tengo cosas que hacer - le contesté con una sonrisa burlona en la cara, él quedó algo sorprendido pero se puso solo en pie como para querer demostrarme que estaba preparado para cualquier cosa. No se me pasó por alto su mueca de dolor y el echo de que apoyaba más peso en la pierna derecha que en la izquierda. - Si ves que es demasiado esfuerzo solo tienes que decírmelo y regresaremos, no quiero que tu estado empeore.
Él asintió con firmeza para dejarme claro que en realidad se esforzaría al máximo para no tener que pedirme el regresar antes de tiempo. Caminamos por el bosque a un ritma bastante lento en comparación al que me había acostumbrado en la última temporada para que no se cansase antes de tiempo, el lugar no estaba demasiado lejos, pero tampoco estaba cerca.
- Es hermoso - comentó cuando comenzamos a adentrarnos en el bosque, me sorprendió el verle tan concentrado en todo su alrededor, pero imagine que todo aquello era nuevo para él al no tener recuerdos, o tal vez si había recuperado algún recuerdo, su comportamiento de hoy me habían llevado a pensar en ello muy seriamente.
- ¿Has recordado algo de antes de despertar en la cueva? - pregunté sin rodeos, necesitaba saberlo, necesitaba saber si su forma de evitar mirarme durante todo el rato había sido por recordar las normas sociales. Negó con la cabeza, seguía mirando la cúpula de árboles que nos cubría, me estaba poniendo nerviosa, ¿Estaba volviendo a intentar no mirarme o tan solo estaba observando la naturaleza a nuestro alrededor? No pude evitar el preguntárselo - ¿Me desprecias? - él se detuvo en seco y se quedó mirándome fijamente, verdaderamente sorprendido, casi asustado.
- No te desprecio, porqué debería de hacerlo, apenas te conozco, cuidas de mi y me tratas bien, no puedo tener ningún motivo para despreciarte, si no todo lo contrario. ¿Por qué piensas eso?
- Llevas todo el día evitando cruzar tu mirada con la mía, has estado evitando mirarme... si hice algo que te molesto...
- No, no, no has echo nada que me molestase, eso ha sido por... por otros motivos que no te puedo explicar - contestó sujetándome por los hombros con fuerza, clavó su mirada en la mía, era intensa, había un brillo salvaje en aquellos ojos dorados, algo oculto y mucha fuerza, había un gran poder allí encerrados. Ante aquella mirada no pude por más que creer en sus palabras, no había mentira alguna, y en verdad sentí que le era físicamente imposible el explicarme porqué me había estado evitando, pero ahora no lo hacía, ahora no evitaba el mirarme, y con eso me bastaba, que volviera ser como antes, que volviera a mirarme de aquella forma, con eso me bastaba.
Me soltó de nuevo y me pidió que siguiéramos el camino antes de que empezase a cansarse. No quería pensar en qué sería aquello que no podía contarme, pero aun así no conseguía sacármelo de la cabeza, le di mil vueltas y aun así no encontraba respuesta. No tardamos demasiado en llegar al remanso, aunque la luna había empezado a menguar justo hoy se reflejaba brillante y hermosa sobre las aguas del río.
- Hemos llegado - le dije acercándome al agua para arrodillarme a beber. Él se acercó y se sentó en la orilla a mi lado - ¿No bebes? - le pregunté mirándole.
- No creo que mis heridas me permitan retorcerme de esa manera - contestó, su voz estaba algo más áspera, necesitaba beber algo. Volví a inclinarme sobre el agua y cogí entre mis manos tanta como pude, después giré despacio y la lleve hasta sus labios, él sujeto mis manos entre las suyas y bebió lo que pudo antes de que se escurriese toda entre nuestras manos. Repetimos la misma acción un par de veces hasta que no quiso más - Me habías dicho que tu también tenías cosas que hacer - comentó - ¿Qué es lo que tienes que hacer en un lugar como este? - preguntó contemplando el paisaje.
No le contesté, simplemente me puse en pie y caminé dentro del agua, me sumergí y tras emerger nadé hasta la pequeña cascada donde poder meter debajo la cabeza, me encantaba sentir el agua golpeándome con aquella fuerza. Volví a nadar hacia la zona en la que lo había dejado a él, no quería que se pensase que lo había abandonado en medio del bosque o algo por el estilo, aunque creía recordar que desde su posición podía contemplarse la cascada a la perfección, así que no debía de haberme perdido de vista. Cuando le miré estaba en pie en la orilla del río mirándome curioso y algo preocupado, llegué hasta la zona en la que volvía a hacer pie y comencé a frotar los dibujos en mi cuerpo, empezaba a picarme la piel en las zonas que no podía respirar por la capa de sangre seca.
- ¿Por qué los borras? - le escuché preguntar desde lo lejos.
- Porque pican, es sangre seca y ya va siendo hora de limpiarla, en la próxima cacería a la que salga puede que me hagan dibujos nuevos. - volví a afanarme en frotar los dibujos pensando en que ya había resuelto sus dudas.
- ¿Puedo ayudarte? - preguntó desde su posición. Quería venir a ayudarme, yo quería que me ayudase, iba a entrar en el río conmigo, si que quería su ayuda, tenerle cerca.
- Antes de entrar en el agua quítate las vendas, no quiero que luego estén húmedas todas tus heridas y que se infecten, así al menos al salir las vendas que te ponga estarán secas. - él asintió y le vi girar buscando el inicio del vendaje, yo seguí con mi trabajo de eliminar la sangre seca, la verdad que cuanto más tiempo pasaba en el agua más se reblandecían solos los dibujos, las aguas a mi alrededor comenzaron a teñirse de rojo y marrón. Pocos minutos después escuché un chapoteo, al girarme le vi caminando lentamente por el agua acercándose a mi, hice como que no le había visto o que no me había fijado y seguí limpiando mis brazos.
Sentí su mano apoyada en mi hombro, la deslizó por mi brazo con delicadeza, apartó mi pelo a un lado y cogiendo agua en la palma de su mano la dejó caer por mi espalda pasando después la mano por el mismo recorrido que había echo el agua.
- Se quitan bien - comentó muy cerca de mi, toda mi piel se estaba erizando, el contacto de su mano recorriendo mi espalda mientras la otra descansaba en mi hombro, todo mi cuerpo estaba despertando. Me giré bruscamente hacia él, dio un respingo y un paso atrás asustado. - ¿Qué sucede? ¿Hice algo que no debí? - preguntó alarmado ante mi brusca reacción, mi ser se calmó, ¿Qué demonios se me estaba pasando por la cabeza? ¿Qué era lo que había querido hacer exactamente?
- Me preguntaba si podrías hacerme un favor - contesté sin pensarlo mucho, saqué el cuchillo de su funda y lo puse en sus manos volviendo a darle la espalda, su cara estupefacta era una imagen muy graciosa en aquel momento - ¿Podrías cortarme el pelo? Tan solo es un estorbo y está enredado todo el día. - le escuché respirar tranquilizándose.
- ¿Te fías de un desconocido a tus espaldas con un cuchillo en sus manos? - preguntó con tono burlón mientras sostenía el primer mechón de pelo en busca del inicio del nudo para cortarlo entero.
- No eres un desconocido - respondí - además, confió en ti - no estaba pensando mis palabras, tan solo las decía como  llegaban a mi.
Sentí como cortó el primer tramo, el pelo que me quedó en ese mechón no llegaba a tocar mis hombros y vi flotando en el agua mi largo y enmarañado cabello, poco a poco más mechones fueron cayendo en el agua y yo sentía menos peso sobre mi cabeza.
- Es hermoso, tu cabello es muy hermoso, me apena que decidas dejarlo ir, pero lo entiendo - comentó con un verdadero tono de tristeza en su voz. Cuando terminó enfundó el cuchillo en la vaina que seguía atada a mi muslo, acarició mi pierna, o eso pensé, cuando miré vi que estaba borrando una de la marcas de sangre, pero ese gesto fue bastante para que toda mi piel despertase de nuevo, su mano ascendió por mi cintura y volvió a frotar mi espalda con suavidad, derramando agua sobre mi con sus manos, siguió frotando mi espalda, mis brazos, mis piernas, con delicadeza, buscando todas las marcas que los lobos habían dejado en mi cuerpo, no se si fue a propósito o simplemente porque también había marcas de sangre, pero comenzó a acariciar mi pecho, descendiendo suavemente por una linea roja hasta sostener en una de sus manos uno de mis senos, no  mantuvo su mano demasiado tiempo, continuó en busca de más lineas que borrar, pero con esas caricias, esa en especial, bastó para que todos mis instintos salieran a flor de piel, sentía una fuerte presión en el pecho, la temperatura de mi cuerpo subió sentía una tremenda necesidad, jamás me había pasado algo así, nunca había sentido la necesidad de la ayuda de un hombre para cubrir mis necesidades biológicas, había tenido un par de relaciones cortas, sí, pero cuando no había tenido pareja tampoco había sentido la necesidad de ir a buscar un hombre, yo sola había podido satisfacer mi cuerpo, pero ahora era distinto, sentía algo que no podría satisfacer yo sola, le deseaba, le necesitaba, pero no estaba segura de si él también lo deseaba, estaba acariciando mi cuerpo, sí, pero seguía recorriendo solo el camino que hacían las marcas de sangre, tal vez era simplemente eso, además él seguía sin memoria,no parecía tener las normas de la sociedad en su cabeza, tal vez no estaba pensando en que esas caricias a mi podrían parecerme de otro tipo. Pero todo mi cuerpo me estaba pidiendo que me abalanzase sobre él.
Sujeté la mano que tenía apoyada sobre mi hombro entre las mías, la acerqué a mis labios y deposité en ella un suave beso. Esperé unos segundos sin apartar mis labios de su mano, por ver su reaccionaba de alguna manera o si decía algo. No le escuche decir nada, su otra mano se había detenido en mi vientre, me giré para contemplar su rostro sin soltar su mano en ningún momento, cogí también la mano que había estado apoyada en mi vientre y la coloqué en mi espalda, después alcé la mano que me había quedado libre hasta su cuello y le sujete por la nuca con delicadeza, le miré directamente a los ojos, él me miraba con intensidad, con mucha fuerza, como había estado mirándome el día anterior, como había estado haciendo al principio de este día. Acaricié su cuero cabelludo con suavidad y acerqué mi cuerpo al suyo hasta pegarme a él, siguió sosteniéndome por la espalda, sentí que me apretaba con algo de fuerza contra su cuerpo, pero no demasiado, vi un reflejo de duda en sus ojos, ¿Acaso él estaba tan confundido como yo acerca de lo que el otro deseaba? Ya no me importaba, sabía lo que deseaba en aquel momento e iba a arriesgarme, si él no lo deseaba ya había tenido tiempo de rechazarme, aun podía rechazarme, eso me dio un poco de miedo, pero lo necesitaba con demasiada intensidad.
Acerqué mis labios a los suyos muy lentamente, aun con miedo al rechazo, rocé sus labios con los míos, muy suavemente, un contacto casi inapreciable, no me rechazó, abrió un poco sus labios y yo me acerqué un poco más para que hubiera un contacto más real entre nuestros labios, fue un beso tímido, sentía aun el miedo de ambos a un rechazo repentino. Me armé de valor, si no me había rechazado ya no creí que fuera a hacerlo a estas alturas, me apreté más contra él y le besé con más fuerza, un beso de verdad, ese beso que había estado deseando desde hacía más tiempo del que pensaba, desde antes de haberle conocido, desde antes de haberle encontrado en el monte, esa presión y esa necesidad que había estado sintiendo desde antes de unirme a la manada de lobos. Él también me besó con fuerza, sentí en aquel beso una especie de alivió, sentí también lo que él lo había necesitado y todo lo que se había estado conteniendo.
Quise apretar más mi cuerpo contra el suyo, se separó de mi un poco, vi la mueca en su rostro y también escuché su gemido de dolor, me había apoyado directamente sobre la aspa de su pecho, intentó dar un paso atrás para separase de mi, tropezó y cayó de espaldas al agua y yo que aun seguía medio apoyada en él también caí, me puse rápido en pie y agarré su mano para levantarle a él también. Se puso en pie y cogiendo una gran bocanada de aire se apartó el pelo empapado de la cara.
- ¿Estás bien? - pregunté sin poder parar de reírme al verle empapado. Me sonrió y agitó su cabeza como un perro quitándose el agua para darme a entender que estaba bien, di un paso atrás mientras él se reía - salgamos del agua antes de que te ahogues - le dije medio riéndome aun, agarró mi mano mientras yo salía del agua y caminó a mi lado, instintivamente miré a nuestras manos unidas.
- Es por si me caigo mientras salgo, no vaya a ahogarme - dijo con una sonrisa burlona en sus labios.
Salimos del agua y él se sentó al instante en el suelo, se quedó mirándome de nuevo, como llevaba haciendo todo aquel tiempo, solo que ahora me sonreía. me arrodillé a su lado para mirar cómo estaba la herida de su pecho, acerqué una mano para acariciar la forma de aspa, él sujetó mi mano y tiró con fuerza de mi hacia él sujetándome después por la cintura y besándome de nuevo, su boca buscó ávida la mía, sus besos eran más acalorados que antes, su brazo aferraba mi cintura con fuerza guardando una pequeña distancia para que no volviese a apoyarme sobre su herida. Mi cuerpo deseaba el suyo, quería subirme sobre él y demostrarle todo lo que sentía, todos mis sentimientos estaban a flor de piel, pero aun tenía miedo de hacerle daño de nuevo, se suponía que mi misión era cuidar de él no empeorar su situación, pero sus besos me estaban acalorando tanto que empezaba a no ser dueña de mis actos, me sujeté con fuerza de su cuello y de la parte baja de su espalda con la intención de pegarme contra él cuando un aullido rasgó la noche, me separé bruscamente de él y mire en la dirección en la que estaba la cueva. Era la gran loba, estaba preocupada por nuestra desaparición y nos llamaba para que regresáramos, era la que tenía la voz más potente y sabiendo que nuestros oídos no eran tan agudos como los suyos había aullado con todas sus fuerzas. Me puse en pie, hice altavoz con mis manos y aullé tratando de expresas que estábamos bien y de camino al cubil. Recibí otro aullido en respuesta al mio dándome a entender que el mensaje había llegado. Era la primera vez que aullaba y mi pecho se sentía liberado y poderoso, me encantó la sensación. Me giré de nuevo hacia Siivet que seguía sentado en el suelo mirándome.
- Debemos regresar a la cueva, estaban preocupados. - él asintió y yo me arrodillé de nuevo para volver a vendar sus heridas, ahora pude volver a contemplarlas y pasé con suavidad mis dedos por ellas. - ¿Duele mucho? - pregunté mirándole a los ojos.
- Podría ser peor - contestó con una media sonrisa - ¿Me cosiste tu? - preguntó sorprendido.
- ¿Acaso piensas que pudo hacerlo alguno de los lobos? - pregunté burlona. Él sujetó mi rostro con una mano y volvió a besarme, pero de nuevo fue un beso temeroso al rechazo, sentí que él temía que después de aquel momento de locura yo no desease besarle más. Le devolví el beso con cariño y después comencé a vendarle de nuevo, esta vez intenté apretar con un poco más de fuerza, las heridas no parecían haberse infectado en ningún sitio, eso estaba bien, no tendría que preocuparme tanto, además parecían estar curando rápido, posiblemente podría quitar los puntos de la del pecho en dos o tres días más, la de la espalda seguía siendo un cuadro que admirar.
Cuando acabé me puse en pie y le ayudé a él, cuando comencé a caminar sujetó mi mano y me detuvo para que me volviese a mirarle.
- ¿Qué a sucedido? - le miré extrañada - Quiero decir ¿Qué es esto? ¿Para ti a sido solo un momento de locura o te sientes tan atraída por mi como yo por ti? Siento que te conozco de toda la vida, siento que quiero quedarme junto a ti y junto a esos lobos y ni siquiera se quien soy, es todo muy confuso, creo que nunca me había pasado algo así, pero de todas formas tampoco lo recuerdo así que en verdad no lo se...
Puse un dedo en sus labios para que se callara y volví a besarle.
- Creo que me siento tan atraída por ti como tu por mi, siento que te he necesitado desde hacía mucho tiempo aunque ni tan siquiera te conocía, desde que estoy con los lobos vivo siguiendo instintos y es lo que voy a seguir haciendo. - me abrazó con fuerza unos instantes, hasta que decidió que se estaba haciendo el suficiente daño en el pecho, le sonreí y acaricié su rostro con cariño - Vamos.
Comenzamos a andar, no solté su mano en todo el trayecto, fui viendo como poco a poco se agotaba, la ida había sido más fácil porque había sido cuesta abajo casi todo el rato, ahora había que ascender hasta la cueva. Al entrar en el cubil los lobos nos observaban alegre de vernos regresar, de echo el lobo blanco saltó sobre nosotros para lamernos las caras, en un par de brincos nos lamió a ambos y después se dedico a dar vueltas a nuestro alrededor, la loba negra se frotó contra nuestras piernas, la gran loba nos miraba desde su posición en el centro de la cueva, se notaba que estaba alegre de vernos llegar a salvo. Nos sentamos en nuestra zona, todos se acurrucaban ya a dormir, le ayudé a tumbarse sin hacerse daño, la loba negra y el lobo blanco se metieron inmediatamente bajo la manta para ocupar su puesto el lobo gris se tumbó a mi lado mientras yo me acurrucaba al lado del hombre, le besé en los labios mientras el sujetaba mi nuca para prolongar el beso unos segundos más, escuché al lobo gris profiriendo un sonido gutural con su garganta.
- Descansa, estás agotado - le dije separándome un poco de él, había sido mucho esfuerzo para él el regreso a la cueva.
Me tumbé y acaricié el pelo del lobo gris unos segundos, éste mordisqueó mi pelo cortado como preguntando que había pasado con el resto, le dije que simplemente me estorbaba, el lobo pareció aceptarlo. Me volví hacia el hombre de nuevo y me dormí abrazada a él, aunque debo reconocer que me costó un rato el dormirme teniéndole tan cerca y sintiendo mi piel sensible como la sentía.

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