Un Hermoso Lugar

Un Hermoso Lugar

domingo, 1 de enero de 2012

Noches oscuras.11


Me levanté con el pecho aun algo dolorido, estaba totalmente rodeada por mis hermanos, no permitían que me enfriase y se notaba la preocupación de todos por lo junta que estaba la manada y lo rodeada que estaba yo. me levanté sin hacer ruido, aun dormían todos. Me había despertado antes porque también me había echado pronto a dormir, estaba agotada al llegar y apenas recordaba haberme arrastrado hasta la zona en la que dormíamos.
Salí fuera y bebí algo de agua del riachuelo que pasaba al lado de la guarida, después volví dentro y me fijé en que la manada había llevado un pedazo de carne de tamaño considerable hasta la cueva y lo habían posado encima de los rescoldos apagados del fuego, habían tenido la intención de que la carne se asara el ponerla en ese lugar y al comprobar la poca efectividad de los rescoldos sin llama la habían dejado ahí esperando a que yo lo solucionase. Me puse manos a la obra con la tarea de encender el fuego, no sin antes apartar el gran pedazo de carne. Cada vez me costaba menos el encender el fuego, para cuando calló la noche yo ya tenía la pieza de carne asándose y un montón de lobos alrededor de las llamas observando. El primero que se había acercado fue el lobo gris que se metió bajo mi brazo para pedir una caricia y se sentó a mi lado, poco a poco fueron despertando y sentándose el resto para observarme. Cuando el aroma de la carne impregnó toda la estancia vi cómo a alguno de los lobos se le caía la baba por la comisura de la boca, al lobo blanco en especial que no podía estarse quieto, cada vez tenía más claro que ese lobato era hiperactivo, siempre corría y se movía más que el resto, era más impulsivo y descuidado, pero le adoraba, era de mis favoritos, de aquellos que me habían aceptado en todo momento sin reparo alguno.
La carne no tardó demasiado en estar lista, aunque seguramente la zona de al lado del hueso seguiría cruda, la verdad es que ni ellos ni yo teníamos paciencia para esperar a que estuviera completamente echa. Corté un trozo con mi cuchillo para comer yo y les dejé el resto de la carne en el suelo para ellos.
Hoy más que los días anteriores comenzaba a sentir que algo me faltaba, sentía una ligera presión en el pecho, era un hueco, algo faltaba ahí dentro, tenía algo de miedo de que lo que me faltase fuera el corazón, que me estuviera volviendo fría y desalmada al estar viviendo de forma salvaje, antes de vivir con ellos jamás se me habría pasado por la cabeza el matar a un animal, el cazarlo y destriparlo, era más de comida en bandeja. No, no podía ser eso, era de nuevo mi moralidad social la que intentaba halar, no podía permitirlo.
Me senté en la ladera de la salida de la cueva para comer mi pedazo de carne, estaba bien asado, al menos ese trozo, miré al cielo, la luna estaba casi llena, luminosa, era verdaderamente hermoso y desde la altura de la colina parecía mucho más grande, ¿O tal vez este mes estaba en verdad más grande? No podría haberlo asegurado. Sentí que necesitaba un brazo rodeándome al contemplar esa luna, el calor de alguien amado. Sentí calor en mi lado izquierdo y al volver mi rostro el lobo gris estaba al lado mio, dio un pequeño gruñido grave y cariñoso y se frotó contra mi, lo abracé con fuerza durante unos segundos y él apoyó su cabeza sobre mi hombro, me sentí reconfortada aunque no era lo que sentía que me faltaba en el pecho. Le solté y me puse a comer la carne que tenía, él se sentó a mi lado a contemplar la luna.
Tenía ganas de contemplarla llena, de ver el resplandor en su plenitud, sentía que algo especial ocurriría en ese momento y por lo que calculaba debían de quedar tan solo dos noches más para que estuviera llena.
Esa noche, después de alimentarse todos fuimos a recorrer los lindes del territorio, para asegurar que nadie nos hubiera robado porciones de territorio. Pasamos toda la noche caminando y volvimos a acabar en el río al que solía ir de pequeña, también habíamos pasado cerca de mi casa pero no sentí ninguna necesidad de entrar, seguí adelante como si se tratara de un árbol más. Paramos en el remanso del río, en el que se hallaba la cascada, tenía ganas de entrar al agua, me picaba todo el cuerpo, seguía teniendo sangre reseca del día anterior y comenzaba a ser algo incomodo, pero no estaba segura, tenía miedo de volver a eliminar la marca de mis hermanos, que si entraba en el agua y frotaba mi piel para eliminar la sangre también borrase las marcas de olor que ellos habían puesto en mi. Me acerqué a la orilla y bebí agua al igual que el resto, llevábamos largo rato andando y estaba agotada, miré a la gran loba como queriendo preguntarle si podía meterme al agua. En ese instante pasó como una centella por mi lado el lobo blanco corriendo hacia el agua y saltó justo frente a mi, su chapuzón me empapó de pies a cabeza, al instante apareció la loba negra y sujetando mi brazo con delicadeza entre sus fauces comenzó a tirar de mí para hacerme entrar en el agua con ella, no me resistí en absoluto, nadé junto a ella hasta la cascada y me metí debajo, el agua caía con fuerza sobre mí, me sentaba tan bien, por muy fría que estuviera no me importaba. Lo que vi en verdad me sorprendió, la gran loba, tan recta y correcta siempre estaba revolcándose en la orilla del río, su suave pelo castaño estaba quedando cubierto de barro, pero parecía divertirse, eso me dio ánimos para frotar algo mi piel y eliminar los restos de sangre seca del día anterior. Cuando creí no tener más restos me puse a nadar con los dos jóvenes que ya jugaban entre ellos cerca de la orilla, pero al verme se unieron a mi, al igual que la  gran loba y muchos de los otros, ella nadaba y se quitaba el barro del pelo, los demás tan solo jugaban o disfrutaban en la orilla de la fresca agua. Poco rato después la mayoría de ellos se dedicaban a pescar peces, intentando coger los de gran tamaño y evitando los pequeños. Yo les imité y acabé llevando tres peces en el trozo de cuerda que me había servido tan bien el día anterior, lo había atado a mi pierna junto con el cuchillo y ahora le encontraba una nueva utilidad, de todas formas recordé que debía perfeccionar el invento de las dos piedras a los extremos de la cuerda. Al llegar a la cueva me dediqué a avivar el fuego, que por suerte no se había apagado y a asar el pescado que traía, estaba segura de que cocinándolo al menos algo se conservaría para el día siguiente sin pudrirse. Por lo visto no fui a la única que se le había ocurrido lo de asar el pescado ya que un lobo de la manada me dejó su pez junto a la mano cuando me vio colocando los míos en los palos de asar que había recogido. Nunca antes me había fijado demasiado en él, para mi era otro más de la manada, pero en ese instante llamó mucho mi atención, tenía tonos más anaranjados en su pelo y una chispa de inteligencia mucho mayor que la del resto, parecía como que nada pudiera escapar a esos ojos, que todo lo que ocurriese a su alrededor estuviera siendo analizado y controlado, como si lo que para otros fuera algo simple para el fuera algo por descubrir con mil utilidades. Por lo que sospeché él me veía como algo útil, algo que podía hacer que su comida fuera más apetecible y mostraba interés por la manera en la que yo manejaba el cuchillo y los palos. Esperó paciente a mi lado hasta que su pez estuvo hecho, una vez se lo hube entregado se alejó y volvió con un pequeño grupo de lobos.
Mi curiosidad por ese lobo crecía por segundos, pero en ese momento tenía que atender mi propio estomago.
Me fui a dormir, arropada por el calor del pelaje de mis tres amigos dándole vueltas en la cabeza a un centenar de cosas, entre ellas el lobo de la mirada inteligente y el ardor vacío que crecía en mi pecho.

1 comentario:

  1. ñaaa un nuevo lobo? es solo un lobo, es un metamorfo ñaaa no se si un camiante quedaria bien pero seria genail, yoq uiero saber o aun mejor opdria ser del reves y la q acabara loba fuese ella, ay un mund de posibilidades joooooooooooo quiero saber

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