Un Hermoso Lugar

Un Hermoso Lugar

martes, 10 de enero de 2012

Noches oscuras.14

Desperté, pero esta vez no estaba totalmente rodeada por pelaje sedoso, me incorporé sobre un brazo y recordé que había dormido prácticamente sobre el hombre que había encontrado la noche anterior. Toqué su cuerpo y comprobé que había alcanzado una temperatura que podía dejar de preocuparme, o al menos eso pensé hasta que vi las gotas de sudor que perlaban su frente, su cuerpo estaba a buena temperatura, pero su frente ardía. Su fiebre había subido mientras dormíamos. Sus heridas no estaban desinfectadas correctamente y no había podido taparlas, ademas la gran herida de su espalda estaba en contacto directo con el suelo, podía intentar hacer algún tipo de apaño con los jirones de ropa que había esparcidos por la cueva, aunque los lobos los habían utilizado para jugar con ellos y no confiaba en que estuviesen precisamente limpios.
Tenía que ir hasta casa a por un montón de cosas de primera necesidad, tenía que ocuparme de esas heridas de alguna manera o se infectarían y él moriría. Pero... ¿Y si por volver a casa, y si por traer cosas de allí los lobos volvían a enfadarse conmigo? Debía pedir permiso o consentimiento o algo por el estilo. Me puse en pie y sin comer nada fui directamente hacia la gran loba, se me quedó mirando fijamente cuando llegué a su altura, me arrodillé en el suelo y le hablé mirándola a los ojos, le pregunté si podía ir hasta mi casa a recoger cosas necesarias para que ese hombre no muriese, ella casi me apremió con la mirada, se dirigió hacia mi, me lamió la cara y me empujó con la cabeza como diciéndome que fuera hasta casa. No sabía porqué pero sentía que la gran loba quería que ese hombre viviese y que se quedase entre nosotros.
Corrí hasta casa con mis tres lobos pisándome los talones, antes de marchar me aseguré de dejar el fuego encendido para que el hombre no volviese a helarse, corrimos tan rápidos como el viento, sin perder un solo segundo, me daba miedo dejarlo solo demasiado tiempo y que su fiebre empeorase.
No tardamos mucho en llegar, se me hizo muy raro el regresar a mi casa, me parecía un lugar tan extraño y sin vida, tan solo trastos inservibles apilados en los distintos cuartos, sin utilidad, innecesarios, no entendía cómo podía haber vivido en un lugar como aquel durante toda mi vida, ahora si que tenía un lugar en el que vivir y no me eran necesarias ninguna de aquellas cosas. Fui hasta mi cuarto y empecé a rebuscar en el armario, si no recordaba mal debía de haber guardado en algún sitio una mochila que en este momento me vendría como un guante para poder llevar todas las cosas que necesitaba. Me dirigí al baño y me puse a buscar medicamentos, gasas, unas toallas y todo articulo de mi botiquín de primeros auxilios que considere necesario, como estaba acostumbrada a vivir sola y sin ir demasiado al pueblo tenía bastantes cosas para casos de emergencias, ahora les iba a dar ese uso que nunca les había dado. Lo que no tenía era el número de gasas y vendajes que consideré que necesitaría, regresé al cuarto y cogí una sabana limpia, eso me serviría de vendas, también cogí unas mantas de invierno y un cojín pequeño, de la cocina cogí una olla y del salón algunas de las cosas de costura que tenía, al final la mochila estaba verdaderamente llena pero iba a ser necesario, casi veía necesario el traer al hombre hasta mi casa y atenderle en ella el tiempo que fuera necesario, pero no quería estar apartada tanto tiempo de la manada y si me hacían falta más cosas volvería a por ellas, parecía ser que la gran loba estaba de acuerdo con eso al menos con tal de salvar a ese hombre.
Cuando acabe de guardar las cosas volvimos a salir de la casa y caminamos a paso ligero hasta la cueva de nuevo, todos nos esperaban allí, algunos lobos incluso se habían tumbado junto al hombre para que no se enfriase, entre ellos estaba aquel lobo de mirada inteligente, le vi como lamía la frente del hombre, seguramente estaría intentando enfriarsela. Me acerqué para empezar a atenderle y el lobo rojizo se marchó junto con otro, el resto se quedaron al lado del hombre. Abrí mi mochila y lo primero que hice fue extender una de las mantas en el suelo y arrastrarle hasta que quedó tumbado encima, algunos de los lobos que habían estado cuidando de él me ayudaron empujando con sus cabezas, en ese momento sentí un fuerte dolor en mis  brazos, me dolían del esfuerzo que había hecho el día anterior al traerle, lo extraño era que mis piernas no dolían y también había hecho un gran esfuerzo con ellas, debía de ser porque se estaban fortaleciendo de tanto correr.
Temí haber empeorado la herida de la espalda al arrastrarle pero no parecía estar sangrando, saqué la otra manta y le tapé para que no perdiese calor y sacando la olla y una de las toallas me acerqué hasta el riachuelo que pasaba cerca de la cueva y empape la toalla, también llené la olla y regresé lo más rápido que me fue posible. Coloqué la toalla húmeda doblada sobre su frente para bajar su fiebre, seguía muy caliente, después puse el agua de la olla a hervir sobre el fuego, eché dentro del agua una aguja, el hilo y las tijeras para desinfectarlas, mientras esperaba a que el agua hirviese empecé a mirar sus heridas, las del pecho al menos no tenían demasiada buena pinta, tenía dos líneas más marcadas que el resto a forma de "x" en mitad del pecho, las recorrí con la yema de los dedos y de ellas pasé a otras heridas y moratones que estaban cerca, sin darme cuenta acabe recorriendo todo su pecho y su vientre con mis dedos, su piel era tan suave allí donde no estaba cortada, no me percaté de que me acercaba cada vez más a él... el agua estaba hirviendo, desperté como de un trance y me aparté con rapidez ¿En qué demonios estaba pensando? Más bien no estaba pensando, creo que me sonrojé, pero no podría asegurarlo, aparté el agua del fuego y esperé a que se templara para poder meter la mano dentro. Cogí otra de las toallas y hundí una de las esquinas en el agua, con ella fui limpiando con cuidado todas las heridas de su pecho y de su cara, eliminé todo rastro de sangre seca, tierra y pus que encontré, después las desinfecté con agua oxigenada y iodo. La cruz del pecho necesitaba puntos así que cogí la aguja y el hilo que había hervido, me quedé quieta con todo preparado en las manos y sin atreverme a comenzar a coser, tragué saliva con fuerza un par de veces y miré su rostro, parecía totalmente inconsciente pero tenía miedo que al empezar a coser despertase gritando de dolor. Al final me armé de valor, era por su bien, era para salvarlo, me resultó más difícil de lo que había pensado el clavar la aguja en la carne, pero poco a poco fui cosiendo la cruz de su pecho, no despertó, estaba totalmente inconsciente. Cuando acabé ni yo misma creía que hubiera podido hacerlo, estaba orgullosa de mi misma pero solo de pensar que aun me quedaba la herida grande de la espalda me entraban temblores, tenía que ser fuerte, tenía que ser fuerte, tenía que ser fuerte, me lo repetí una y otra vez hasta que me autoconciencié, le dí la vuelta como pude, y observé la enorme herida. Había cerrado más rápido que el resto, bueno, seguía en carne viva, pero había adoptado una forma que me haría mucho más fácil el coserla de lo que había imaginado. Primero la limpié con la toalla húmeda, encontré algún trozo de madera todavía, alguno de tamaño considerable que no sabía como se me habían pasado el día anterior, esta herida, aun con las astillas, no parecía estar tan infectada como el resto. Repetí las acciones de limpieza y desinfección antes de ponerme a coser. Cuando acabé corté la sabana en tiras y vendé todo su torso y sus brazos, también tuve que acabar vendando algún tramo de sus piernas, parecía una momia con esos trozos de sabana cortada y tan vendado como lo dejé, una pequeña risa salió de mi garganta.
Saqué algunos antibióticos que había traído, en realidad eran de una vez que había estado enferma de la garganta y me los habían recetado pero acabé por no tomarlos, comprobé la fecha de caducidad antes de incluirlos en la mochila, en realidad no sabía si servirían para algo pero no tenía nada más que pudiera ayudarme en caso de infección. Tampoco tenía muy claro como iba a conseguir que se los tomase estando como estaba inconsciente, primero probaría a darle agua, también debía beber algo, si no se deshidrataría.
Le quité por un momento la toalla de la frente, estaba casi seca pero su frente ya no estaba tan caliente, apoyé su cabeza en mis piernas e intenté darle algo de agua, no me resultaba muy fácil con la olla, rebusqué en mi mochila y encontré una botella de plástico, a saber el tiempo que llevaba metida en la mochila, pero me venía perfecta para la ocasión, la llené con el agua de la olla y volví a probar a darle de beber, temía que se ahogase, que no pudiera tragar, por eso fui con mucho cuidado. Al principio el agua simplemente resbalaba de su boca pero pareció recobrar el conocimiento en parte, lo justo para empezar a tragar, me pareció incluso ver que entreabría los ojos, pero si lo hizo fue solo un segundo, no más. La cuestión es que estaba bebiendo y por lo menos deshidratado no moriría, mi otro dilema, la comida, era ya algo distinto, algo más complicado.
Disolví un sobre de antibiótico dentro de la botella de agua y fui dándosela poco a poco, tragaba, su nuez se movía arriba y abajo y yo le observaba sujetando su rostro con una de mis manos. Deseaba tanto que abriera los ojos, quería ver sus ojos, pero el hombre seguía inconsciente y no parecía que fuera a despertar por el momento. Apoyé su cabeza sobre el pequeño cojín que había traído para que descansase mejor, había terminado de hacer lo que podía por él, no sabía que más podía hacer, me habría gustado poder alimentarle de alguna manera pero no creía que el pudiese tragar la carne de la que nos alimentábamos estando inconsciente, el agua era una cosa, pero la carne solida sería más difícil de tragar.
En ese momento escuche a la gran loba llamando a la manada para salir a cazar, me puse en pie al instante, pero ella se acercó a mi y con sus ojos me dijo que yo debía quedarme en la cueva, por un momento me sentí contrariada al ver que me excluía de la cacería, le pregunté que por qué no podía ir con ellos y ella me respondió que tenía que cuidar del hombre, que no podía dejarle solo. Entendí que ella tan solo se estaba preocupando de que ningún miembro de su manada estuviese desprotegido, y yo era la que mejor podía cuidar de él. Volví a sentarme al lado del herido y miré apenada como todos se marchaban, mis tres lobos se despidieron de mi frotándose en mi costado, el lobo blanco incluso me prometió alegremente que me traería un gran pedazo de carne, me hizo sonreír su actitud alegre, siempre lo hacía.
Me quedé sola en la cueva con el hombre inconsciente, volví a empapar la toalla en el agua que ya se había quedado fría y la fui a colocar sobre su frente, pero antes de eso decidí mojar su cara, por ver si le ayudaba a despertar de alguna manera, sentía una fuerte necesidad de contemplar sus ojos, de que despertase, quería contemplar su mirada y descubrir que clase de persona era, los ojos son las puertas del alma y yo necesitaba saber que es lo que escondía su alma para que los lobos lo hubieran aceptado de aquella manera. Tal vez lo que en realidad quería era saber porqué los lobos me habían elegido a mi y sentía que eso lo vería en él, también sentía la necesidad de que alguien humano me dijera que el vivir con los lobos no estaba mal, que era posible y que no tenía que sentirme como una salvaje, quería sentirme aceptada por alguien de mi especie y eso que era algo que jamás me había importado, ¿Porqué ahora lo necesitaba? Me quedé contemplando de nuevo su rostro mientras le refrescaba toda la cara con la toalla, no lo entendía, pero sentía importante a esa persona, me resultaba agradable el estar cuidando de él y quería conocerle más de lo que nunca hubiera querido conocer a ningún otro ser humano, sentía un extraño cariño y aun no había abierto ni los ojos. ¿Cómo podía sentir aprecio hacia alguien con el que no había cruzado una palabra, de quien no sabía absolutamente nada? Sin darme cuenta volví a acercarme a él, tanto que acabé por depositar un beso en su mejilla, me sonrojé de nuevo y me aparté de inmediato, ¿En verdad qué se suponía que estaba haciendo? vi una pequeña mueca en su cara, una pequeña mueca de dolor, debían de dolerle las heridas y si estaba semiinconsciente quería decir que al menos se estaba recuperando algo, sonreí para mi misma, iba a conseguir que sobreviviera.
Esperé varias horas a que regresaran los lobos, mientras tanto seguía cambiando de vez en cuando la toalla fría de la frente y le daba de beber, su cuerpo fue cogiendo una temperatura normal poco a poco, aun así procuré que estuviera bien tapado en todo momento y que el fuego no se apagara. Cuando la manada regresó tenía todos los palos bien preparados para cocinar lo que trajeran y la olla en el fuego con agua para cocer algo de la carne, más que nada por cambiar un poco el tipo de alimentación y porque de esta forma quedaría más blanda para tratar de dar algo de comer al enfermo. Trajeron un corzo casi entero por piezas entre todos, creí entender que parte de la presa la habían enterrado y que el resto la habían dejado para los carroñeros. El lobo blanco traía un gran trozo como prometió y depositándolo a mi lado me ofreció la mitad, yo saqué mi cuchillo y lo corté en lo que me parecieron dos pedazos iguales, el lobato parecía satisfecho. Fui colocando las piezas de carne que me traían en los palos que había preparado y eche mi trozo en la cazuela, muchos me miraron curiosos, sabía que querían probarlo pero tendrían que esperar a otro día ya que hoy tenía intención de compartir mi carne con el hombre que habíamos rescatado, tenía que intentar que comiera algo.
Cuando la carne estuvo cocinada fui devolviendo las piezas a sus dueños y con el cuchillo pinché mi trozo para sacarlo del agua, esperé un poco a que se enfriase, después lo probé, no tenía tanto sabor de aquella manera pero estaba bueno, arranqué varias fibras de carne que se despegaban en trozos más o menos pequeños y me volví de nuevo al hombre apoyando su cabeza en mi regazo y poniendo la comida en su boca, vi cómo hacía el intento de masticar pero no podía, no estaba lo suficientemente consciente como para hacer tal cosa. No sabía que hacer, no sabía como alimentarle, entonces noté un hocico frotándose contra mi mejilla, me giré y vi a la gran loba, me dijo con sus ojos que yo debía masticar por él, que tenía que conseguir que comiera. Se acercó más a mi y se apoyó contra mi pecho, la abracé sorprendida ante aquel gesto de cariño, me estaba dando ánimos para que no desesperase en mi empeño. Metí otro trozo de carne en mi boca y lo mastiqué hasta que quedó hecho una papilla, después lo recogí de nuevo entre mis dedos y lo puse en su boca, él tragó, con algo de dificultad, pero consiguió tragarlo, seguí realizando el mismo proceso hasta que vi que caía en un estado de inconsciencia más profundo, parecía agotado, como si todo aquello hubiera sido un gran esfuerzo para él, parecía dormir.
Los lobos fueron echándose a dormir uno tras otro, yo terminé de comer lo que me quedaba de la carne y me recosté de nuevo sobre el hombre, al igual que la noche anterior para que no sintiera frío, aunque esta vez disponíamos de una manta grande para taparnos ambos, mis tres lobos también se escabulleron bajo la manta, la loba negra cubrió el otro flanco del hombre, el lobo blanco se ovilló sobre nuestras piernas y el lobo gris cubrió mi otro flanco, era imposible pasar frío de aquella manera, así nos aseguraríamos de que su temperatura corporal no bajase. Yo estaba verdaderamente a gusto, sentía la calidez de todos a mi alrededor y tenía mi cabeza sobre su pecho, escuchaba su corazón, sin saber porqué me estremecí, toda mi piel se erizó y sentí el contacto con él como algo muy especial, mi cuerpo empezó a calentarse sin que yo lo entendiera, aparté todo tipo de sentimiento o pensamiento de mi y me quedé dormida entre sueños que es mejor no describir.

1 comentario:

  1. menos mal q o escribes en pergamino tendria q ir a la otra punta del pueblo para acabar de ller jejejjeje, ummm lo de la carn tb me recuerda a la princesa mononoke, y uyuyuy empiezana a aparecer mas instintos es la salvaje de la niña claro despues de tanto lobo se nos aparece el señorito desvalido tremendisimo q esta el cualquiera no se deja levar, en fin q aun esta sopa pero como molan los ombres desvalidos porq sera en fin 1quiero q se despierte y ver sus maravillosos ojos verde azul marron gris negro ambar de chico bueno aunq de aspecto fuerte :P

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