Un Hermoso Lugar

Un Hermoso Lugar

miércoles, 21 de diciembre de 2011

Noches oscuras.5

Desperté al sentir movimiento a mi lado. La manada había despertado, por un momento no supe donde estaba, pero solo fue un instante. A mi lado continuaban el lobo que había ido a buscarme y dos lobos jóvenes, eran una hembra casi negra y un macho casi blanco, parecían los más jóvenes de la manada.
Al verme despertar los lobatos se pusieron en pie, en cambio mi lobo gris se quedó tumbado a mi lado, me lamió la cara y también se puso en pie, les imité. Había un pequeño revuelo entre los lobos del centro del grupo, la gran hembra parecía descontenta por algo, sentí que era mi culpa, que había algo de mi que no había acabado de convencerla. Se acercó a mi y me olfateó, parecía que el olor no era lo que la disgustaba, lamió mi mano y andando ágilmente salió de la cueva seguida por el resto de los lobos, yo no supe que hacer. Mi lobo agarró mi manga entre sus dientes y tiró de mi para que lo siguiese.
Contemplé su mirada, intentaba darme ánimos, quería que me sintiera parte de ellos, que no temiese nada, que tan solo me dejase llevar y que les siguiera. Le seguí caminé con ellos durante largo rato. Estábamos descendiendo la colina. La zona cada vez me resultaba más familiar, hasta que por fin llegamos a un entramado de árboles que reconocí a la perfección, se trataba del sendero que conducía hasta el río de cerca de mi casa, de echo poco rato después aparecimos en una de las orillas de la zona en la que estaba la antigua presa, pero estábamos del otro lado del río, yo estaba acostumbrada a verlo del lado contrario, desde este lado quedaba más cerca la cascada.
Los lobos se acercaron a beber agua de la orilla. Yo me quedé un paso atrás, no quería molestar en su rutina, además me quede absorta mirando la cascada, al igual que me había pasado unos días antes sentía ganas de entrar en el agua, aunque sabía que no era la mejor época del año para hacerlo, aun no había llegado el calor y las aguas debían de estar heladas. Sentí un pequeño empujón en mi espalda y al mirar vi al lobo blanco que me empujaba suavemente con la cabeza, tenía los ojos azul hielo, todo él parecía hielo, era muy hermoso, y juguetón por lo que comprobé, se agazapó como lo haría un perro que quiere jugar, su mirada me decía que tenía que ser espontánea y dejarme llevar por lo que quisiese hacer. Salté hacia atrás y yo también me agaché un poco para jugar, dio un par de saltos a mi alrededor y yo salte también para continuar con el juego, corría con él y saltaba sin alejarnos demasiado de la manada.
Me estaba riendo y me divertía mucho, mucho más que en mucho tiempo. Sin saber porqué, en una de nuestras carreras, corrí hacia el agua y salté en ella, debí de salpicar a un par de lobos porque se apartaron de la orilla algo sobresaltados. Nadé hasta la cascada, seguí ese impulso que sentía desde hacía tiempo. Vi la mirada de la loba grande, era de aprobación, parecía como si ella intentase judgar en todo momento si de verdad merecía la pena dejarme quedarme con ellos. La verdad es que aun no había decidido ni yo misma si me quedaría con ellos o no, el lobo gris me había arrastrado hasta el cubil como si fuese un cachorro que se aleja demasiado de la manada y hay que traerlo de vuelta. Aunque lo sintiese aun no estaba segura de si pertenecía a ese mundo. Todo había pasado tan rápido que apenas me había parado a pensar en que tal vez los lobos quisieran que me quedase con ellos, yo debía regresar a la sociedad a mis libros a... ¿Por qué debía hacerlo? Eso tampoco lo había pensado, ¿Tenía que regresar en verdad a la civilización? Si jamás me había importado demasiado, nunca había tenido mucho contacto con el resto de la humanidad, ¿De verdad sería tan descabellado el quedarme y no regresar? Ahora mismo no me lo parecía, no sentía la necesidad de volver con los humanos, en cambio con los lobos estaba a gusto, eran como mi familia.
Todo esto lo pensaba con la cabeza bajo la cascada y mirando la luna, era algo más pequeña que media sonrisa pero parecía alegre y eso me hacía sentir bien, que la luna se alegrase de que yo me hubiese encontrado con los lobos.
Miré dentro de las aguas y vi un pez enorme muy cerca de mi. Pensé en pescarlo, tenía hambre y no creí que en ese momento la comida de supermercado pudiese estar a mi alcance. Me quedé muy quieta, el pez se fue acercando, cuando estuvo a mi alcance hice un movimiento rápido, jamás creí ser capaz de hacer tal cosa, pero el pez salió del agua, voló por los aires y por un momento creí que volvería al agua. Vi como la loba negra saltaba desde encima de la pequeña cascada y atrapaba el pez al aire antes de caer con un fuerte chapuzón al agua. No soltó el pez. Ambas salimos del agua y ella me entregó el pez, lo partí a la mitad y le tendí la mejor porción. Ella pareció confusa al principio, pero tras mirar a la loba grande y ver su gesto de asentimiento engulló su parte. Yo me quedé mirando la mía, estaba crudo y hasta hacía muy poco se estaba moviendo, no estaba segura de si podría ingerir tan cosa, después pensé en el sushi, mucha gente comía pescado crudo y no había ningún problema, empecé a cortar pequeñas porciones con mis dedos y a comerlo, estaba fresco y jugoso, sabía a río, en verdad no creí que me fuera a gustar, pero si, estaba verdaderamente bueno.
La loba grande se acercó a mi y me dio un golpecito de asentimiento con el hocico en el hombro. Sentí en sus ojos que me estaba poniendo a prueba y que aun me quedaban muchas pruebas por pasar. Vi al lobo gris mirándome con orgullo, con el orgullo de un padre que ve a su hijo triunfar en algo, sentí que tendría que seguir esforzándome con fuerza en las próximas pruebas que me pusiese la loba grande para no decepcionar a mi lobo.
Recorrimos muchos senderos aquella noche, noté que en algunos tramos descendíamos la marcha, en aquellas zonas el olor acre era mucho más tenue, o incluso desaparecía, comprendí al de un rato que estaban enseñándome los límites de su territorio. Pude ver mi casa a lo lejos y me di cuenta de que ese edificio creado pro la mano del hombre también entraba dentro de su territorio, entonces ¿Solo me habían escogido porque me casa quedaba dentro de sus dominios? No, había algo más, las miradas de todos me decían que tenía que haber mucho más, algo más importante que aquella trivialidad.
Recorrimos el bosque durante horas, cuando la noche ya estaba muy avanzada regresamos al cubil a dormir.

2 comentarios:

  1. no puede ser de verdad q no puede ser....pescado crudo.... oooooooooo... esa mujer no sabe lo q ingiere madre de dios a quien se le ocurre
    aunq bueno despues de dormir entre lobos y anda jugueteando y nadando pos oye tampoco es tan raro empezara a gruñir en breves seguro

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