Un Hermoso Lugar

Un Hermoso Lugar

sábado, 17 de diciembre de 2011

Noches oscuras.1

Me desperté con todos los músculos doloridos, apenas si había dormido. Sentía que debía salir corriendo de aquel lugar, que no era bienvenida, pero no podía, al fin y al cabo era mi casa. Fui al estudio, hacía unos pocos días había comenzado con mi nuevo libro, me había volcado sobre él, leí las ultimas líneas para continuar. Estaba en blanco, era como si esas no fuesen mis palabras, pero ahí estaban, en la pantalla de mi ordenador, pero no las sentía mías, tal vez si modificaba algunos pedazos... decidí que con el estomago vacío no se toman buenas decisiones. Así que me dirigí a la cocina, había café preparado del día anterior, abrí la nevera, nada lo suficientemente bueno para acompañar. Volví a cerrar la nevera. Desayune tan solo con café. Me vestí, recogí un par de cosas y caminé hasta el pueblo.
No quedaba demasiado lejos, vivía a las afueras, subiendo una colina, en una casa que mi abuelo había construido hacía años en medio de un robledal, más bien en medio del bosque, desde niña me había encantado ir a visitar aquel lugar, era tan salvaje y tranquilo, ademas el pueblo no estaba tan lejos, se podía llegar caminando en algo más de media hora a buen paso, aunque de esta manera no podía hacer grandes compras, tampoco tenía coche y evitaba el consumismo innecesario.
Compre unas pocas verduras y algún dulce para el desayuno y regresé a casa, no me gustaba cuando la gente del pueblo me abordaba con las preguntas de qué hacía tanto tiempo sola en esa casa, los que me conocían preguntaban que para cuando estaría listo el nuevo libro. Yo intentaba rehuir sus preguntas y en general su presencia y contacto, pero hoy me sentía extrañamente antisocial, tal vez el no haber desayunado en condiciones.
Volví a mi casa y por el camino me quede observando los matorrales que me pareció ver moverse la noche anterior, no vi nada, me acerqué un poco más, nada. Un olor acre inundó mi nariz, era tenue, muy tenue, pero ahí había habido algo que llamaba mi atención. Por un momento me sentí estúpida mirando un matorral y olisqueando el ambiente como un perro.
Llegué a mi casa de nuevo, esta vez el gato me bufó nada más abrir la puerta y salió corriendo, ya ni siquiera iba a saludarme. Lo llamé para regañarle por su comportamiento pero no lo encontré, tampoco apareció, estaría escondido en algún lado para que no lo atrapase, sabía que se había comportado mal.
Pasé el resto de la mañana intentando escribir algo, las palabras o fluían, seguía sintiendo que aquel escrito medio empezado no era mio.Sentía ganas de borrarlo todo y comenzar con algo nuevo y distinto...pero hacía unos días estaba tan inmersa en aquella historia, me estaba quedando tan bien que me daba pena desecharla así sin más.
Después de comer salí de casa y me fui a dar un paseo por el monte. Seguí una ruta que solía tomar en días en que la inspiración no quería tocarme, era un sendero estrecho, rodeado de árboles que creaban un pasillo tan tupido que la luz del sol entraba a pequeñísimos claros, las luces jugaban en el suelo y al final llegabas hasta un río, una antigua presa medio derruida paraba el agua creando un remanso en el que poder nadar, una cascada baja y tenue se veía al otro lado del remanso. No me bañaba en ese lugar desde niña, tampoco hoy tenía intención de hacerlo, con contemplar esa imagen me bastaba para relajarme y hacer que mis pensamientos fluyeran.
Al parecer hoy mis pensamientos no estaban por la labor de fluir, estaba embotada y cansada, no había descansado a la noche y ese sería el motivo más probable de todos. Quedé embobada mirando la cascada, me estaba atrayendo al igual que el aullido de la noche anterior, cuando me quise dar cuenta ya estaba anocheciendo y todavía tenía que regresar a casa.
Comencé a caminar, conocía el camino de memoria, casi podría recorrerlo con los ojos cerrados. Al llegar a la misma zona en la que el día anterior se movieron los arbustos volví a escuchar el aullido, me heló la sangre en las venas y todo mi cuerpo se estremeció, como si de una caricia intima se hubiera tratado. Sentí la fuerte necesidad de correr entre los árboles, seguir subiendo la colina hasta lo más profundo del bosque, hasta aquellos lugares que aun me quedaban por recorrer. Pero no lo hice, al igual que el día anterior regresé a casa, esta vez caminé lenta, sentía la tristeza dentro de mí.
Al entrar por la puerto escuche a mi gato gruñir y bufar desde algún lugar de la casa pero no lo vi. Cené lo que me había sobrado de la comida, apenas pude ingerir unos bocados y me fui a la cama. No podía dormir, y una presión en mi pecho me agarrotaba y me oprimía, sentía un dolor intenso dentro de mi ser.
Lloré, pasé casi toda la noche llorando, no recuerdo en que momento sucumbí al sueño.

2 comentarios:

  1. Me encanta esta entradaaaa. la leí dos veces

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  2. empieza a parecer el diario de un cambio ummmmmm del estilo del de john en drácula, interesante pero aun no hay otro cacho joooo tendre q esperar asta mañana tengo curiosidad :P

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