Un Hermoso Lugar

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domingo, 18 de diciembre de 2011

Noches oscuras.2

Sonó el despertador a la hora de siempre, pero no lo escuche. Estaba tan destrozada tanto física como mentalmente que no pude despertarme a la hora que acostumbraba.
Cuando desperté ya era tarde, casi estaba anocheciendo, no me podía creer que hubiera dormido tantísimas horas, pero teniendo en cuenta que las dos noches anteriores apenas había podido pegar ojo y la caminata del día anterior lo que me extrañaría hubiera sido lo contrario.
Me levanté de la cama, me sentía mas fresca y descansada que nunca. Fui a la cocina y me preparé algo para comer, o para cenar, no tenía muy claro que comida me correspondía, tenía hambre y eso era lo único que tenía en cuenta. Mi hambre era voraz, acabe con casi todo lo que había comprado el día anterior, apenas si deje alguna verdura. Pensé en ir hasta el pueblo a comprar algo más, pero dentro de poco anochecería y no me parecía demasiado seguro hacer todo el camino de regreso desde el pueblo sola y sin ningún tipo de luz. Menos mal que aun tenía cosas guardadas en el congelador.
Me di cuenta de que llevaba mas de un día sin ver a mi gato, le quedaba poca comida en el plato, así que lo rellené, no apareció y eso que siempre aparece corriendo cuando escucha el saco.
Fui al estudio, con lo descansada y fuerte que me sentía estaba segura de que podría escribir durante horas completas. No fue así, esas palabras seguían sin parecer mías. ¿Qué me estaba pasando? La inspiración no venía a mi, mi gato había comenzado a odiarme de la noche a la mañana y cada vez sentía una atracción más fuerte hacia algo que aun no sabía exactamente lo que era. Atracción, si sentía una atracción ciega, ahora que me paré a pensar en ello sentí eso con más fuerza.
Me levante de mi mullida silla de escritorio, la sentía incomoda, salí a la calle, la noche empezaba a refrescar pero no lo noté, el cielo tenia tonos naranjas y amarillos, el sol se ponía sobre las montañas, descendía muy lentamente, caminé, subí la colina por la parte que no cubrían los árboles para seguir contemplando ese atardecer. En ese instante añore tener a alguien a mi lado rodeándome con un brazo para contemplar ese atardecer conmigo. Volví a sentir aquella atracción con mucha más fuerza. Mi mirada quedó clavada en las montañas cercanas, no me di cuenta de lo que hacía, pero estaba caminando hacia ellas, atravesando el bosque.
Cuando llegué a un pequeño claro volví a contemplar el cielo, tonos morados acompañaban a los naranjas en el cielo, la noche se acercaba, mi subconsciente me dijo que debía volver a casa, que no era seguro caminar de noche entre los árboles, que podría perderme y nadie sabía donde me encontraba, nadie iba a venir a buscarme si tardaba en regresar. Pero mi cuerpo no atendió a razones, continué internándome en la maleza, el bosque era cada vez más espeso, confiaba en mi sentido de la orientación para regresar porque la noche ya había caído sobre mi. Poco a poco las estrellas comenzaron a titilar en el cielo, una estrecha luna se dibujó sobre mi poco a poco.
La noche cada vez era más cerrada, no sabía el tiempo que llevaba caminando y hacía frío, pero yo no lo sentía, tan solo sentía esa extraña atracción que me impulsaba a continuar andando. Era una atracción física, una atracción mental, era como cuando has quedado en encontrarte con la persona amada, y aunque las cosas se compliquen sigues caminando porque tan solo piensas en ver al ser amado, solo que yo no iba al encuentro de nadie, de nada, al menos que yo supiera, tan solo sentía ese tipo de atracción por las profundidades del bosque, por las colinas de más adelante.
Algo se movió muy cerca de mi. Me paré en seco y me quedé muy quieta, no sabía lo que era pero el instinto y el sentimiento que me invadía me decían que no podía ser algo malo. Me acerqué un poco más y a aparté un arbusto bajo, no vi nada, no al principio. Miré un poco más adelante, cerca de un árbol.
Vi dos ojos relucientes, amarillos u brillantes, como dos lunas llenas escondidas entre los árboles, me quedé perpleja, quieta, sin aliento, contemplando esa mirada, me llamaba, me estaba llamando, esos ojos me pedía que los siguiese, que ellos me llevarían hasta la fuente de aquella atracción que me había hecho adentrarme en el bosque en plena noche. Dí un paso hacía esos ojos y un rallo lunar iluminó su figura.
Mi subconsciente se activó, mi instinto me decía que siguiese adelante, pero ahí estaba la "sensatez" impuesta por la educación, por la sociedad, yo tan solo quería hacer caso a mis instintos, pero la moralidad social me dijo otra cosa: es peligroso, debes correr, alejarte, volver a casa, correr con todas tus fuerzas y huir, porque es peligroso, corre, huye del lobo, o el acabará contigo.
Sentía que ese animal que tantas veces había sido caracterizado como el malo de los cuentos no era tan terrible, lo sentía como si ese animal fuera de mi familia.
Pero la moralidad impuesta por "mi" sociedad ganó, di la vuelta y corrí, corrí con todas mis fuerzas, hacia mi casa, alejándome de aquel lugar. Volví la mirada hacia atrás tan solo un instante para ver si el animal me seguía, para ver si trataba de darme caza. No me siguió, se quedó mirándome, mirando como me alejaba de él, me pareció ver la tristeza en su rostro, aquel lobo lloraba por dentro al verme huir de él.
Dejé de mirarle y seguí corriendo, mis pulmones ardían por dentro de tanto correr, me dolían ambos costados pero no paré de correr hasta que entré en mi casa. Cerré la puerta tras de mí con un golpe. Vi a mi gato acercándose a mi y quise abrazarlo para calmar mi miedo, para sentir que había hecho bien en escapar, lo cogí en brazos, por un momento pareció tranquilo, pero un instante después me arañó la cara bufando y maullando y gruñéndome con fuerza, lo dejé escapar por el susto de su reacción y el dolor en mi cara, sangraba de una mejilla, el gato corrió lejos, jamás había hecho nada parecido, quise correr, agarrarlo, regañarle y golpearle, pero tan solo pude sentarme en el suelo y volver a llorar, como la noche anterior me sentía vacía por dentro, pero hoy sentía como mi alma se desgarraba, como mi corazón se rompía en pedazos, me sentía traicionada por el animal que vivía conmigo y me sentía sucia y despreciable por haber huido del lobo, me sentía como si yo lo hubiera traicionado a él, como si acabara de romperle el corazón a la persona que más habría llegado a amar en el mundo. No entendía todos los sentimientos que recorrían mi interior.
Me quedé sentada en el suelo, con la espalda apoyada en la puerta principal, llorando, casi hasta que despuntó el amanecer. Entonces me deslice hasta mi cuarto y sin volver a probar bocado me quedé dormida en un sueño de nuevo agitado, el lobo se me apareció en el sueño miles de veces y siempre que me miraba con esa expresión de tristeza mi alma se partía en dos. Sentía que las lagrimas seguían corriendo por mi rostro mientras dormía.

1 comentario:

  1. A!!! pensé al principio cuando no aparecía el gato que ya se lo había comido tipo sonámbula o algo cuando dormía!
    mola, toca el alma, me la como con papitas, mi nueva religion--- y i'm horny

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